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Esta é a vida eterna: que te conheçam, o único Elohim verdadeiro, e a Yeshua o Messias, a quem enviaste. JOÃO 17:3
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EL JUSTO NO SERÁ REMOVIDO JAMÁS—¿DE DÓNDE?

EL JUSTO NO SERÁ REMOVIDO JAMÁS—¿DE DÓNDE?

El sabio rey Salomón escribió: “El justo no será REMOVIDO (מוֹט) jamás;  Pero los impíos no habitarán la tierra” (Prov. 10:30). Aquí Salomón está diciendo que el justo jamás será removido— ¿Pero de dónde? En principio, se puede deducir  que de su fe, pero por lo que se dice luego se deduce  que es “de la tierra”, pues leemos “pero los impíos no habitarán la tierra”. Es decir, el justo nunca será removido de la tierra, pero sí el malvado o impío. Aquí claramente se contrasta el destino de los justos y de los injustos: Los justos no son removidos de la tierra, pero los impíos o injustos sí. Ahora se nos presentan las siguientes preguntas:

   ¿Si realmente el destino de los salvos es morar en el cielo, fuera de este tierra o de cualquier otra tierra, ¿entonces qué hacemos con esta declaración del sabio rey en Proverbios? Es obvio que si hubiese personas que serán removidas de la tierra, éstas no podrían ser las que son justas sino las impías, y eso nos presenta un conflicto con lo declarado por Salomón.

   También hay dos versículos en Proverbios que nos dicen lo siguiente: Porque los rectos habitarán la tierra, Y los perfectos permanecerán en ella, Mas los impíos serán cortados de la tierra, Y los prevaricadores serán de ella desarraigados (Proverbios 2:21,22). Aquí los rectos habitarán la tierra, pero los impíos y prevaricadores serán cortados o desarraigados de ella. Si esto es verdad, ¿entonces qué hacemos con aquellos maestros bíblicos que nos dicen que el destino final y eterno de los salvos es el cielo y no esta tierra o alguna nueva por venir?

   En Mateo 5:5 Yeshúa dice que los mansos heredarán la tierra. Si esto es verdad,  y no dudamos, porque lo dice el mismo Señor, ¿quiere decir esto que los que heredan el cielo son todo, menos mansos? Aquí, en Mateo 5:5, los Testigos de Jeh*va tienen un serio problema  que resolver, ya que ellos enseñan que los “ungidos” o “la manada pequeña” de 144,000 Testigos son la únicos que van al cielo, mientras que una gran multitud de TJ se quedarán en la tierra. Entonces vuelvo a preguntar: ¿Acaso la grande multitud que hereda la tierra son personas mansas y no así las que componen la “manada pequeña” que va supuestamente al cielo?  

  Pero el texto fulminante es el de Proverbios 11:31, que dice: “Ciertamente el justo será recompensado en la tierra; ¡Cuánto más el impío y el pecador”! Esto quiere decir que ambos, justos e injustos, recibirán su recompensa en esta misma tierra. El justo será resucitado y transformado en inmortal en la tierra, y el impío será destruido después de su resurrección y juicio también en la tierra.

  Pensó Pablo ir al cielo para recibir su galardón?

Algunos creen que los apóstoles, así como los fieles fallecidos de todas las épocas posteriores a los apóstoles, ya han partido al cielo para recibir sus premios. Esto implicaría una remoción de la tierra de los apóstoles y demás fieles, convirtiéndolos, sin darse cuenta, en impíos, (Véase nuevamente Prov. 2:21,22; 10:30).

  Pero veamos lo que le dice Pablo a Timoteo sobre su esperanza después de haber batallado duro por la fe: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (Timoteo 4:6-8). Pues bien, algunos creen que por “mi partida” Pablo se refiere a su muerte y luego volar inmediatamente al cielo como un alma inmortal desencarnado para encontrarse con El Mesías y contemplarlo tal como él es, es decir,  como un hombre inmortal glorificado a la diestra del Padre. Sin embargo, Juan parece vislumbrar este evento en el momento de la parusía del Mesías, y no antes, pues él dice: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:2).

  En todo caso, Pablo no está diciendo que irá al cielo una vez que muera para recibir su corona de rey del reino de Dios, sino más bien que lo recibirá “en aquel día”—¿cuál día es ése?—¿acaso el día de su muerte? Pues no, ¡sino en el día de “su venida” (la del Mesías)!, ya que Pablo luego agregó: “a todos los que aman su venida”. Y algo parecido Dios le promete al profeta Daniel cuando le dijo: “Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días”. Nótese que Daniel recibiría su herencia después de ser levantado o resucitado, no al final de “sus días”, sino al final “de los días”. Mientras tanto él estaría “reposando” o “durmiendo”, como diría Yeshúa de Lázaro (Juan 11:11).

  Si los fieles son retribuidos o premiados por Dios al momento de la muerte, partiendo éstos inmediatamente al cielo como “almas inmortales”, entonces los mártires Juan el Bautista y Esteban  fueron exaltados y coronados antes que cualquiera de los apóstoles del Señor. Y en el caso de Juan el Bautista, si éste fue exaltado a la presencia de Dios en el momento de su decapitación, entonces Juan antecedió al Mesías en su premiación o exaltación, y eso es imposible, ya que el Mesías es “la primicia” de los que durmieron y no alguno de sus seguidores. El apóstol Pablo por esta razón es claro cuando dice: “Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos (tampoco ‘proseguiremos’) a los que durmieron”, ¿Y cuál es el motivo? Para que JUNTOS todos den el encuentro al Señor en el aire” y entonces, siguiendo la enseñanza de Juan, todos verán al Señor tal como él es en verdad (1 Te. 4:16,17; 1 Juan 3:12).

Por Ingº Mario A Olcese (Apologista)

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