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Esta é a vida eterna: que te conheçam, o único Elohim verdadeiro, e a Yeshua o Messias, a quem enviaste. JOÃO 17:3
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¿POR CUÁL NOMBRE SERÁ SALVO EL HOMBRE?

¿POR CUÁL NOMBRE SERÁ SALVO EL HOMBRE?

Estimado lector, ¿Creé usted que será salvo, a pesar de sus pecados? ¿Cree usted que hay un Salvador para interceder por el pecador? Y de haberlo, ¿Cuál es su Nombre?

     De acuerdo a la Escritura Sagrada, solamente hay un Nombre debajo del cielo, por el cual el hombre pueda ser salvo. Esto es, que la Escritura comunica claramente de un sólo Nombre por el cual pueda ser salvo el hombre.

     En el libro de los Hechos capítulo 4:10-12, el apóstol Keph (Pedro), dijo lo siguiente: “…Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Yisraeyl (Israel), que en el Nombre de Yahshua1 el Meshayah2 (Jesucristo),…al que vosotros empalasteis y el Todopoderoso le resucitó de los muertos,…éste es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay Salvación; porque no hay otro Nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos…”

     El tema que el apóstol estaba disertando delante de la multitud que lo escuchaba, no era una cuestión difícil de entenderse, ni tampoco estaba tratando de meter división entre los creyentes de la naciente asamblea (iglesia), ni mucho menos trataba de confundir a sus oyentes, porque no estaba argumentando meras palabras vanas, ni torciendo la sana doctrina del Nuevo Testamento, sino que estaba hablando simple y sencillamente acerca de la salvación del hombre pecador, y sobre quién podría salvarlo.

     En consecuencia, considerando seriamente aquellas sencillas palabras del apóstol, dirigidas a sus oyentes hace casi dos mil años, hoy día se debiera recordar aquellas palabras, y hacerse ésta interrogación: ¿Por cuál Nombre será salvo el hombre, conforme a la Sagrada Escritura? Porque aquí se trata de verificar una identidad legítima, y no solamente una suposición dudosa, puesto que existen “muchos dioses y señores”, y cada uno de ellos tiene su nombre propio y personal para ser distinguido de los otros dioses.

     El apóstol Shaúl (Pablo, Saulo) dijo acerca de lo anotado arriba, lo siguiente: “Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), Para nosotros sin embargo, solo hay un Todopoderoso, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros en él: Y un Salvador Yahshua el Meshayah (Jesucristo), por el cual son todas las cosas, y nosotros por él” (1 Korinthios 8:5-6.)

     En el verso 5 del registro anterior, es indudable de que el apóstol se estaba refiriendo a las deidades y a los ídolos (dioses) extranjeros, tales como “Gad”3 (God) el dios de la fortuna de los Asirios, de “Baal” (el Señor) de los Fenicios, de “Zeus”, de “Adonis”, de “Dionicios”, de “Theos”, y de “Kurios” de los Griegos, de “Iddio” de los italianos, de “Dieu” de los franceses, de “Dios” de los españoles y muchos más. O sea que cada nación tenía (y tiene) sus propios ídolos y  deidades, (dioses o señores), en los cuales sus devotos y creyentes tienen puestas sus esperanzas de salvación; Y conforme a la creencia de sus fieles, cada uno de ellos tiene poder para salvarlos. Por ejemplo, “Zeus-soter” que en Griego significa: “Zeus el salvador”. “Baal” (en español “el Señor” y “The Lord” en inglés), es el “salvador” para los fieles que lo invocan con ese nombre.

     Pero la adulteración comenzó con énfasis por los Griegos de hace 2000 años, quienes no queriendo desechar a los dioses de su devoción, los infiltraron en la traducción de los escritos Sagrados en la forma de “Kurios y Theos” para referirse al Padre Celestial y “Iesous”, para sustituir el Nombre Hebreo del salvador Yahshua. Estos mismos “nombres”, al traducirse la escritura Sagrada al lenguaje latino, el “Kurios” Griego se convirtió en “Dominus” y “Iesous” se convirtió en “Iesus”, para terminar en “Jesús” en la versión al español y al Inglés.

     Ahora bien, si alguno de los “nombres” anotados arriba corresponde al “salvador” de algunos creyentes, sería prudente que se aseguraran del origen y procedencia del tal “nombre”; porque el apóstol Keph (Pedro) dijo claramente que hay solamente un Nombre dado a los hombres por el cual ser salvos (Hechos 4:12.)

     Es verdad que existen muchas religiones en el mundo, por lo cual también son muchos los nombres de “dioses o deidades” que se veneran. Sin embargo, para el creyente de la Sagrada Escritura Hebrea debiera considerar que el Nombre legítimo y original del Salvador mencionado en ella, fue “Yahshua”, nombre formado por dos términos Hebreos: “Yah” es la contracción del Sagrado Nombre del Padre (Yahweh), Y “yshua” es el verbo salvar o libertar en el lenguaje Hebreo, por lo cual aquel Nombre sagrado significa: Yahweh es salvación (véase Salmo 37:39, 62:7, Yeshayah4 [Isaías] 49:26, y Zekaryah [Zacarías] 9:16.) Porque además, el apóstol Shaúl (Pablo), enfatizó claramente aquella verdad, al decir: “…Para nosotros, sin embargo, solo hay un Todopoderoso, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros en él: Y un Salvador Yahshua el Meshayah, por el cual son todas las cosas…”. En consecuencia, solamente clamando y reverenciando estos únicos Nombres Celestiales, el hombre tendrá posibilidades de ser salvo.

     En cuanto a la revelación del verdadero Nombre del Padre Celestial, también quedó registro sobre la necesidad de que todos los hombres de la tierra lo conocieran, para que le temiesen o le reverenciaren en su Santo Nombre. He aquí algunos pasajes al respecto: Éxodo 9:16, hablando el Padre Eterno de Faraón, dice lo siguiente: “Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi potencia, y para que mi Nombre sea anunciado en toda la tierra”.

     En la oración para la dedicación del templo sagrado, el rey Shalomoh (Salomón), dijo lo siguiente: “Así mismo el extranjero, que no es de tu pueblo Yisraeyl (Israel), que hubiere venido de lejanas tierras a causa de tu Nombre (pues oirán de tu eminente Nombre,…) y viniere a orar a esta casa; Tú oirás en los cielos,… y harás conforme a todo aquello por lo cual el extranjero hubiere a ti clamado: Para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre, y te teman, como tu pueblo Yisraeyl, y entiendan que tu Nombre es invocado sobre esta casa que yo edifiqué” (1 Reyes 8:41-43.)

     En el libro de los Salmos, capítulo 83:16-18, hablando el Salmista a los que niegan o no aceptan el Sagrado Nombre, dice:

     “Llena sus rostros de vergüenza; y busquen tu Nombre, oh Yahweh. Sean afrentados y turbados para siempre; y sean deshonrados, y perezcan. Y conozcan que tu Nombre es Yahweh; Tú solo Altísimo sobre toda la tierra”.

     En cuanto al Salmo 135:13, dice: “Oh Yahweh, eterno es tu Nombre; Tu memoria, oh Yahweh, para generación y generación”.

     Con tan solo lo anotado arriba, se puede entender cuán importante es que todos los hombres de la tierra conozcan el legítimo Nombre del Padre Celestial (Yahweh), o sea, el mismo Nombre con el cuál se dio a conocer a Adám (Gén. 2:4), el mismo Nombre que conoció Noakh (Noé) Gén. 7:1,5, 8:20, el mismo Nombre que conoció Abraham (Gén. 12:7, 13:4) y el mismo Nombre que se le reveló a Moshéh (Moisés) en Éxodo 3:14-15.

     Una vez  reconociendo y aceptando el Sagrado Nombre del Padre Yahweh, uno se debiera preguntar del por qué las traducciones actuales al acortar aquel Nombre lo sustituyen por “Jah” (Salmos 68:4, 18, 77:11, 94:7, 102:18, etc.); No obstante, en el lenguaje inglés aún así se puede identificar que el Sagrado Nombre del Padre fue (y es) Yahweh, porque la letra “J” en aquel lenguaje tiene el sonido de la letra “Y” española. Y sobre este particular, se debiera considerar lo siguiente: Casi todo el Cristianismo usa el término “Aleluya” en sus himnos o alabanzas, lo que ellos ignoran es, ¿Cuál es el significado de este término, conforme a su forma original? En el Hebreo original es “Hal’leluYah” y quiere decir, gloria o alabanza a Yahweh. Sin embargo, si se acepta el substituto “Jah” de las traducciones, ¿Por qué entonces en vez de decir “Aleluya”, no dicen “AleluJah”  (alabanzas a “Jah”?)

     Pero una vez conociendo que “Yah” es la forma poética del Nombre del Padre Celestial y la palabra Hebrea para salvación es “yshua”; con estas dos palabras se forma “Yah-shua” que es el Nombre del Salvador y significa: Yahweh es salvación. Y precisamente por este significado singular, éste es el único Nombre que se le dio al hombre, para que a través de él pudiera ser salvo (Hechos 4:12.) Y éste legítimo Nombre (Yahshua) fue el que conocieron los apóstoles, los discípulos y los fieles de las primeras asambleas; y fue invocado por lo menos durante más de trescientos años después de la resurrección del Salvador. 

     Sin embargo, por causa de la traducción de los escritos Sagrados a los lenguajes extranjeros, el Nombre del Salvador fue evolucionando a capricho del hombre, hasta perderse dentro de la religión organizada; porque los Griegos lo sustituyeron por “Iesous”, el traductor latino lo sustituyó por “Iesus”, y los traductores al lenguaje español por “Jesús”. Pero estos “nombres” son solamente sustitutos, pues no es el que anunció el ángel a Miryam (María) y a Yowseph (José.) Según Mattithyah (Mateo) 1:21, el Nombre designado por el ángel del Padre Celestial fue “Yahshua”. Para asegurarse de lo anterior, solo considere que el ángel se estaba dirigiendo a una pareja Judía, de lenguaje y costumbres Hebreas y no a una pareja Griega, latina o española; por consiguiente, la lógica indica que les refirió un Nombre Hebreo para el Salvador.

     Porque también referente a esto último, el apóstol Shaúl (Pablo), dice en el libro de Hebreos 7:14, lo siguiente: “Porque manifiesto es que nuestro Salvador vino de la tribu de Yahuwdah5 (Judá)”. Entonces, siendo que nació de una familia Yahuwdiy (Judía), es lógico que su Nombre haya sido Hebreo, y con un significado específico el cual pudiera identificarlo plenamente conforme a los pronósticos de los profetas del Antiguo Testamento. Por ejemplo, en el libro de Éxodo capítulo 15:2, dice lo siguiente: “Yahweh es mi fortaleza y mi canción, y me ha sido por salvación”. También Salmo 37:39, dice al respecto: “Pero la salvación de los justos es de Yahweh”. Y Salmo 62:7, el salmista Daviyd, dijo: “En Yahweh está mi salvación y mi gloria”. En cuanto al evangelio de Loukas (Lucas) cap. 3:6, dice acerca de lo mismo: “Y verá toda carne la Salvación de Yahweh” (esto, refiriéndose a Yahshua.)

Con todas estas evidencias, y conociendo que “Yah” es el Nombre poético del Padre Celestial y que “yshua” significa “salvación”, no queda duda que la salvación viene de Yahweh el Padre a través de Yahshua, Nombre que significa exactamente la intención  del Padre Celestial, esto es: Yahweh es Salvación.

     No obstante estas verdades, la vasta mayoría de fieles y de predicadores del libro Sagrado, consideran que cualquier “nombre” es aceptable para el Todopoderoso, como cualquier otro. Pero, ¿Qué dice la Sagrada Escritura acerca de esta infundada suposición? Hechos 4:12 dice claramente que solamente hay un sólo Nombre por el cual podemos ser salvos. Y esto es lógico, puesto que Yahweh el Padre es el que perdona y salva a través de Yahshua.

     La culpa de este error no es completamente del creyente del libro Sagrado, pues después de todo, la Biblia registra estos “nombres y títulos” sustitutos (Jehová, Jesús, cristo, Jesucristo, “Dios”, “el señor”, etc.) En cierta forma, la adulteración del Sagrado Nombre comenzó con la primera traducción de los Escritos sagrados, pues se puede probar que toda la Sagrada Escritura fue escrita en el lenguaje Hebreo-Arameo; Por esta causa, todos los nombres y títulos fueron conforme a aquel lenguaje.

     Sin embargo, como ocurre en todos los tiempos, y aún en nuestra época, a los hombres les gusta cambiarse de nombre, o llamar a los amigos o familiares con otro “nombre”. Por ejemplo, si vienen a Norteamérica estas tres personas: Juan, Pedro y Miguel, después de pocas semanas de vivir en este país, sus conocidos, familiares y amigos les comenzarán a llamar con el equivalente de sus nombres al lenguaje inglés, esto es, “John” por Juan, “Peter” por Pedro, y “Mike” por miguel; y aunque estos “nombres” parezcan correctos a los aludidos, con todo, ¡No son legales, ni legítimos en ningún asunto oficial!

     De la misma manera ocurre con casi todos los “nombres” mencionados en las versiones de la Biblia, los cuales no identifican a ningún personaje original de la Sagrada Escritura, porque casi todos fueron adulterados en la traducción. Pero en concreto, acerca del Nombre legítimo de Yahshua, éste se mantuvo por más de trescientos años después de haber resucitado el Salvador; hasta que a finales del siglo cuarto, los Nikolaitas (Nike-laity), esto es: “exaltadores de Zeus”, infiltrados en las asambleas, conquistaron posiciones preeminentes como predicadores y pregoneros de la nueva doctrina. Así, desde sus elevadas posiciones comenzaron a infiltrar sus propios conceptos y a imponer los “nombres” de sus propios ídolos (dioses), Pues para entonces, ya eran menos los “Judíos” dentro de las asambleas, pues por diferentes razones (celo por sus costumbres, y aborrecidos por las naciones no Hebreas), los Griegos y los Romanos habían ganado mayoría en las asambleas (Iglesias) y se habían apoderado del liderazgo de la nueva fe, por tanto, no se pudo evitar que introdujeran sus propios “nombres” para clamar a sus ídolos (dioses.) No hay que olvidar que para aquel entonces, ya solamente existía la traducción Griega de toda la Sagrada Escritura, ¡Los originales Hebreos se habían “perdido”, o más bien los habían hecho desaparecer!

     Por aquella dispareja situación, los “Judíos” se sentían oprimidos al grado de que fueran perdiendo el ardor de su amor evangélico, o sea, su primer amor (véase Rev. 2:2-20, y 3:1-3), terminando por separarse de la naciente religión llamada posteriormente Catolicismo.

     Así, cuando aquellos usurpadores Griegos y Romanos se sintieron la mayoría dentro de las asambleas, ¿Qué más les podía importar la sustitución de un nombre por otro? ¿No es acaso la misma actitud del creyente actual? Puesto que hoy día, al igual que en aquella época, a nadie le parece importar que todos los nombres originales de la Sagrada Escritura estén adulterados y sustituidos por “nombres” vulgares y sin ningún significado lógico, aún así, son aceptados.

     Siendo esto así en la situación del pasado, para finales del siglo cuarto solamente existía una versión completa de la Biblia, pero ésta era solamente en el lenguaje Griego, la cual ya había sustituido el Nombre de Yahshua por el vulgar “Iesous” y “Kurios” sustituía el sagrado Nombre del Padre Celestial y “kristos” era el sustituto para el término Hebreo “Meshayah” (Mesías), el cual término significa “Ungido de Yahweh”; Porque fue el mismo Padre celestial quien ungió a Yahshua, (Véase Yeshayah [Isaías] 61:1, Lamentaciones 4:20, Loukas 4:18 y Hebreos 1:9.) Con aquellas sustituciones y otras muchas, metódicamente se fue destruyendo todo rasgo de los verdaderos y legítimos nombres originales Hebreos, para empezar a surgir la veneración de “nombres y títulos” de origen Griego y de otras naciones extranjeras.

     Pero además, en la traducción Griega no solamente se falsearon los nombres Hebreos, sino que también corrompieron y falsearon muchos pasajes de la escritura, los cuales aparentemente contradicen otros pasajes de la escritura original. Y por aquellas adulteraciones y sustituciones en las diferentes traducciones extranjeras de los escritos Sagrados, hoy día el creyente no alcanza a entender plenamente el plan de salvación, y va de un lado a otro buscando la verdad, tan solo para caer en manos de la religión comercializada.

     Con todo, es indudable que nuestro Salvador y redentor fue Yahuwdiy (Judío), y como tal, su Nombre también fue Hebreo, el cual fue y es Yahshua, Nombre que significa: “Yahweh es salvación”. Conociendo estos dos Nombres sagrados y reverenciándolos, es como encontrar la llave vital para el conocimiento del plan de salvación para el hombre, porque por esta actitud de obediencia a la Sagrada Escritura original, el espíritu de verdad comenzará a guiar e inspirar el corazón del sincero creyente, para que logre su anhelo de redención y el perdón de sus pecados.

     Conociendo todo lo anterior, ¿Persistirá el creyente en reverenciar un “nombre” sustituto, en vez de rendir glorias y alabanzas al Nombre de Yahshua? Porque conforme al registro de la Escritura, éste es el único Nombre que realmente puede salvar al hombre (Hechos 4:12.)

     A Yahweh Padre y a Yahshua el Salvador sea la gloria y la alabanza por los siglos de los siglos, Amén, Hal’leluYah (AleluYah.)

1   Yahshua: (Jesús) Yahweh es Salvación o Salvación de Yahweh.

2   Meshayah: (Mesías-Cristo) Ungido de Yahweh.

3   Gad o Gawd: (Dios) deidad de la suerte y de la fortuna (Yeshayah “Isaías” 65:11)

4   Yeshayah: (Isaías) Salvado de Yahweh.

5   Yahuwdah: (Judá) uno que rinde alabanza a Yahweh, un adorador de Yahweh (Gén. 29:35.)

Nota: En este mini-estudio, se restituyen los nombres Hebreos mejor definidos de su forma original. Pida mas información a esta dirección.

Adaptado por D. L. García

 REGRESO

http://www.forhisname.com/CUAL%20ES%20EL%20NOMBRE.htm

 

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