Esta é a vida eterna: que te conheçam, o único Elohim verdadeiro, e a Yeshua o Messias, a quem enviaste. JOÃO 17:3
47 razones que demuestran que nuestro Padre celestial no tiene iguales ni “coiguales”.
47 razones que demuestran que nuestro
Padre celestial no tiene iguales ni “coiguales”.
Hay muchos versículos que, si se leen y se creen de modo simple y directo deberían claramente convencer a cualquier persona sin prejuicios, de que Dios y Jesús son dos seres completamente diferentes y definidos. También hay muchas razones lógicas que debieran hacernos dudar de la doctrina de la trinidad. Lo que sigue es una lista de algunas razones para creer que el Padre es el único Dios verdadero de la Escritura y que no tiene igual.
Razones para dudar de la existencia de la trinidad:
La palabra “trinidad” no está en la Biblia.
No hay una clara fórmula trinitaria en la Biblia.
Los trinitarios difieren en gran manera en su definición de la trinidad. La Iglesia Ortodoxa Oriental difiere de las tradiciones occidentales con respecto a la relación del Espíritu Santo con el Padre y el Hijo. Algunos evangelistas de la televisión difieren en gran manera de las Iglesias Reformadas, en cuanto a los conceptos que ellas sostienen sobre la divinidad de Cristo mientras estuvo en la Tierra. Los
Pentecostales Unicitarios [N.T.: o Apostólicos – otro nombre popular] dicen que la fórmula clásica de la trinidad está completamente errada. Sin embargo, todos ellos dicen que Cristo es Dios y que la Biblia apoya su postura. De seguro, si la trinidad fuera una parte de la doctrina bíblica, y especialmente si uno tuviese que creerla para ser salvo, estaría claramente definida en la Escritura. Sin embargo, no hay fórmula trinitaria en la Biblia, y los trinitarios mismos no logran ponerse de acuerdo en una definición. Si uno tuviera que creer en la trinidad ¿cómo saber cuál definición es la correcta, ya que en la Biblia no aparece ninguna?
La afirmación de los trinitarios de que “el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios y juntos forman un Dios” no está en la Escritura y es ilógica. Los trinitarios enseñan que Jesús es 100 por ciento hombre y 100 por ciento Dios. Decimos que Dios puede hacer lo imposible, pero no puede hacer lo que es inherentemente contradictorio. Dios es el inventor de la lógica y de las matemáticas, disciplinas que Él creó para permitirnos que Lo conozcamos a Él y a Su mundo. Es por esta razón que Él dice que es “Un Dios”, y por eso Jesús decía que el testimonio de dos era verdadero, diciendo luego que él y Su Padre, ambos eran testigos. Dios no puede hacer un cuadrado redondo, y no puede hacer que 100 por ciento + 100 por ciento = 100 por ciento, sin contradecir las leyes de las matemáticas que Él diseñó.
Versículos que muestran la diferencia entre la naturaleza de Dios y la naturaleza de Cristo.
Dios es Espíritu (Juan 4:24), y sin embargo Jesús, aún después de su resurrección, dijo de sí mismo que no era un espíritu sino carne y huesos (Lucas 24:39).
A Jesús se lo llama llanamente “hombre” muchas veces en la Escritura:
Juan 8:40; Hechos 2:22; 17:31; 1 Timoteo 2:5, etc. En contraste, la Biblia dice: “Dios no es hombre…” (Números 23:19 RV60) y “…Dios soy, y no hombre…” (Oseas 11:9).
Números 23:19 también dice específicamente que Dios no es “hijo de hombre”. En los evangelios Jesús es llamado frecuentemente “hijo de hombre” o “el hijo del hombre”. Si Dios se hizo ser humano y fue llamado “hijo de hombre” tendríamos una contradicción. La frase “hijo de hombre” puede verse en algunos versículos del Nuevo Testamento: Mateo 12:40; 16:27 y 28; Marcos 2:10; 8:31; Juan 5:27. En las Escrituras hebreas el “hijo del hombre” también es usado muchas veces, hablando de personas (Job
25:6 RV60; Salmo 80:17; 144:3; Ezequiel 2:1; 2:3; 2:6; 2:8; 3:1; 3:3; 3:4; 3:10; 3:17; 3:25). Los seres humanos, incluyendo a Jesucristo, son llamados “hijo de hombre”, y por lo tanto se los diferencia claramente de Dios, que no es “hijo de hombre”.
Dios no nació sino que es eterno. En contraste con el Dios eterno, Cristo fue “engendrado,” o sea, tuvo un principio. Mateo 1:18 lee: “El nacimiento de Jesús fue así…”. La palabra que se tradujo como “nacimiento”, en el texto original era genesis o “principio”. Algunos escribas cambiaron esto a gennesis (con doble “n” y la segunda “e” larga), lo cual significa “nacimiento” porque se sentían incómodos diciendo que Jesús tuvo un “principio”. Aunque es cierto que un legítimo significado de genesis es “nacimiento,” la razón de esto es que el nacimiento de algo se entiende como su principio. Si Jesús preexistió a su nacimiento, como enseñan los trinitarios, el uso de “principio” en Mateo no encaja. La Escritura enseña que el principio de Jesús fue su concepción y nacimiento. Hay que agradecer que incluso los modernos eruditos trinitarios reconocen que la lectura original era genesis (principio), aunque haya sido traducida como “nacimiento” en casi todas las traducciones.
Jesús es llamado “el hijo de Dios” más de 50 veces en la Biblia. Ni una sola vez es llamado “Dios el hijo”.
Un hombre (Adán) causó los problemas de la humanidad, y Romanos 5:19 dice que un hombre tenía que corregir esos problemas: “Porque así como por la obediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno [un hombre], los muchos serán constituidos justos”. (RV60). Algunos teólogos enseñan que sólo Dios podía pagar por los pecados de la humanidad, pero la Biblia claramente enseña que sólo un hombre podía hacerlo. Y ese hombre fue Jesucristo.
Jesús, el hombre, es el mediador entre Dios y los hombres. 1 Timoteo 2:5 dice: “Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. Cristo es claramente llamado “un hombre”, incluso luego de su resurrección. Además, si Cristo fuera Dios, no podría ser el mediador “entre Dios y los hombres”.
Versículos que muestran que Dios es mayor que Cristo.
Jesús llamó al Padre “Dios mío” tanto antes como después de su resurrección (Mateo 27:46; Juan 20:17; Apocalipsis 3:12). Jesús no pensó de sí mismo como Dios, sino que tenía un Dios, al igual que nosotros. Por ejemplo, él le dijo a María Magdalena que vaya a sus hermanos y les diga: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes” (Juan 20:17). Así, el Dios de Jesús es el mismo Dios que tenemos nosotros: el Padre.
Jesús dijo: “el Padre es más grande que yo” (Juan 14:28). En directo contraste a estas claras palabras de Jesús, la fórmula ortodoxa de la trinidad dice que el Padre y el Hijo son “co-iguales”.
Fue Dios quien hizo a Jesús “Señor”. Hechos 2:36 dice: “…a este Jesús… Dios lo ha hecho Señor y Mesías”. “Señor” no es lo mismo que “Dios”. “Señor” (la palabra griega es kurios) es un título masculino de respeto y nobleza, y es usado muchas veces en la Biblia. Si Cristo fuera Dios, entonces, por definición, ya era “Señor”, con lo cual no podría ser verdad que la Biblia diga que fue “hecho” Señor. Decir que Jesús es Dios porque la Biblia lo llama “Señor” es pobre erudición bíblica. “Señor” es usado muchas veces en la Biblia, y otros, aparte de Dios y Jesús, son llamados “Señor”:
Se llamaba “señor” a los dueños de propiedades (Mateo 20:8, kurios acá es “dueño”).
Se llamaba “señor” a las cabezas de hogares (Marcos 13:35, dueño=kurios).
Se llamaba “señor” a los dueños de esclavos (Mateo 10:24, amo=kurios).
Un hijo llamaba a su padre “señor” (Mateo 21:30, señor=kurios) 5) Se llamaba “señor” al emperador romano (Hechos 25:26, soberano=kurios). 6) Se llamaba “señor” a las autoridades romanas (Mateo 27:63, señor=kurios)
En el futuro, el Hijo se sujetará al Padre. 1 Corintios 15:28 dice: “Y cuando todo le sea sometido, entonces el Hijo mismo se someterá a aquel [Dios] que le sometió todo, para que Dios sea todo en todos”. El dogma trinitario contradice esto haciendo a Jesús eternamente igual al Padre.
Jesús reconoció que el Padre era el único Dios verdadero. En oración él le decía a Dios: “…que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado” (Juan 17:3). El que Jesús haya orado así, de seguro significaba que él no se consideraba a sí mismo “el único Dios verdadero”.
Jesús fue “santificado” por Dios. Juan 10:36 dice: “¿a quien el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?” (RV2000). Jesús fue santificado por Dios, pero Dios no necesita ser santificado.
Filipenses 2:6-8 ha sido traducido erróneamente en muchas versiones, pero traducido adecuadamente, el versículo 6 dice que Cristo “no consideró la igualdad con Dios algo de lo cual apoderarse”. [N.T.: del diccionario bíblico Strong en español]. Jesucristo fue supremamente exaltado por Dios porque no buscó el ser igual a Dios como lo había hecho Lucifer muchos años antes. Esta afirmación de Filipenses 2 no tendría sentido si Cristo fuera Dios, porque si lo fuera, Cristo hubiera sido elogiado por no haber buscado la igualdad consigo mismo.
Era claro que Jesús no se consideró a sí mismo igual al Padre. En Juan 5:19 él dijo: “…el hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su padre hace” (comp. v30 y Juan 8:28 y 12:49).
Hay sólo uno que es “bueno,” y ese es Dios. En Lucas 18:19 Jesús le habló a un hombre que lo llamó “bueno”, preguntándole: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios”. Si Jesús le hubiera estado diciendo a la gente que él era Dios, hubiese felicitado a esta persona por su percepción, así como felicitó a Pedro cuando Pedro dijo que él era “el Cristo, el hijo del Dios viviente”. Contrariamente, Cristo le dio una suave reprimenda. Cristo no le estaba enseñando a las personas que él era Dios.
1 Corintios 3:23 deja en claro que Dios es mayor que Cristo, así como Cristo es mayor que nosotros: “…y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios”.
Si Dios es mayor que Cristo, entonces Dios es su líder, así como Cristo es nuestro líder. Esto es exactamente lo que enseña la Biblia: “Ahora bien, quiero que entiendan que Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de Cristo” (1 Corintios 11:3). Es obvio, partiendo de este versículo y de 1 Corintios 3:23 (citado arriba) que la fórmula trinitaria de que Cristo y Dios son “coiguales” no es bíblica.
Cuando los discípulos oraron a Dios, en Hechos, ellos llamaron al rey David “el siervo de Dios” (Hechos 4:25). Más tarde, en la misma oración, llamaron a Jesús “tu santo siervo” (4:30). Es muy evidente que los discípulos del primer siglo no creían que Cristo era Dios, sino que pensaban de él, al igual que David, como un siervo de Dios. (comp. con Mt. 12:18 y Hch. 3:26, que también se refieren a Jesús como el “siervo” de Dios).
Era Dios quien hacía milagros y maravillas por medio de Cristo. (Mt. 9:8; Hch. 2:22; 10:38). Si Cristo fuera Dios, la Biblia sencillamente diría que Cristo hizo los milagros él mismo, sin hacer referencia a Dios. El hecho de que fuera Dios el que suministraba el poder para los milagros muestra que Dios es más grande que Cristo.
Hay muchos versículos que indican que el poder y autoridad de Jesús le fue dado por el Padre. Si él fuera el Dios eterno, entonces siempre habría tenido aquellas cosas que la Escritura dice que le fueron “dadas”. A Cristo se le dio “toda autoridad” (Mt. 28:18). Se le dio “el nombre que está sobre todo nombre” (Fil. 2:9). El Padre le encomendó una tarea para llevar a cabo (Juan 5:36). El Padre le dio a aquellos que creían en él (Juan 6:39; 10:29). Se le dio gloria (Juan 17:22 y 24). El Padre le dio su “copa” [su tortura y muerte] (Juan 18:11). Dios “sentó” a Cristo a Su diestra (Ef. 1:20). Cristo fue “puesto” sobre la Iglesia (Ef.1:22). Estos versículos, y otros como estos, no tienen sentido si Cristo es “co-igual” con el Padre, pero tiene un absoluto significado si Cristo es el Mesías, “un hombre acreditado por Dios”.
A pesar de todas las personas que hablan de la “deidad de
Cristo”, esta frase no aparece nunca en la Biblia, ni Cristo es jamás llamado “Deidad”. “Deidad” proviene del latín “Deus”, que significa “Dios” y la frase “deidad de Cristo”, como se usa popularmente (pero no bíblicamente), significa “la divinidad de Cristo”. Sin embargo, Cristo no es Dios, él es Señor, como lo muestran muchos versículos claros. Colosenses
2:9 dice que en Cristo “habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (RV60). Este versículo está declarando que Dios (la Deidad) colocó toda Su plenitud en Cristo, que es muy diferente a decir que Cristo es la Deidad. En la primera parte de Colosenses se deja en claro el concepto: “porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud” (Col. 1:19). Eso es cierto. Juan 3:34 dice: “El enviado de Dios comunica el mensaje divino, pues Dios mismo le da su Espíritu sin restricción”. El hecho de que Cristo tenía “toda la plenitud” de Dios no lo hace Dios. En Efesios 3:19 la Biblia dice que los cristianos deberían ser “llenos de la plenitud de Dios” y nadie cree que esto hace que los cristianos sean Dios. Además, si Cristo fuera Dios, no tendría sentido decir que la plenitud de Dios habita en él, porque, siendo Dios, siempre hubiera tenido la plenitud de Dios. El hecho de que Cristo pudiera tener la plenitud de Dios habitando en él muestra que él no era Dios.
2 Pedro 1:4 dice que gracias a las preciosas y magníficas promesas, podemos “tener parte en la naturaleza divina”. Tener una “naturaleza divina” no nos convierte en Dios, y no convirtió a Cristo en Dios. La nota aclaratoria de 2 Pedro 1:4 en la New Internacional Version Study Bible (Biblia de Estudio de la Nueva Versión Internacional), dice que esto sólo significa que “tenemos a Dios morando en nosotros por medio de Su Espíritu Santo”. Igualmente Cristo, quien fue lleno con el espíritu santo sin limitación, tiene la plenitud de la Deidad habitando en él.
Efesios 4:5 y 6 dice que hay “un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos”. El “un solo Señor” es Jesús. El “un solo Dios” es el Padre. Claramente hay dos seres separados aquí representados, no es “un Dios” compuesto de Jesús y Su Padre. Además, no hay ningún versículo que diga que Jesús y el Padre son “un Dios”.
1 Corintios 8:6 dice: “para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre… y no hay más que un solo Señor, es decir, Jesucristo”. Si hay un solo Dios y un solo Señor, entonces son dos, y no son el mismo.
Jesús llamó al Padre “el Dios único” (Juan 5:44). Jesús no habría dicho esto si hubiese creído que él mismo era Dios.
Cristo hizo una distinción entre hablar en contra de él y hablar en contra del Espíritu Santo. Lucas 12:10: “Y todo el que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre será perdonado, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón”. Si ambos, el Espíritu Santo y Cristo fueran personas co-iguales en un Dios, entonces no habría diferencia entre hablar en contra de Cristo y hablar en contra del Espíritu Santo.
Cristo dijo que su doctrina no era de él. Juan 7:16: “–Mi enseñanza no es mía –replicó Jesús– sino del que me envió”. Cristo no hubiera dicho esto si él fuera Dios, porque la doctrina habría sido suya.
Jesús y Dios tienen voluntades separadas. Lucas 22:42: “no se cumpla mi voluntad, sino la tuya” (comparar con Juan 5:30).
Jesús se contó a sí mismo y a su Padre como dos, no “uno”. Juan 8:17 y 18: “En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Uno de mis testigos soy yo mismo, y el Padre que me envió también da testimonio de mí”. Jesús confirmó esta verdad en Juan 14:1 cuando dijo: “No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí”. Literalmente hay cientos de escrituras como éstas, que muestran a Jesús y a Dios como seres separados y bien diferenciados. “El que permanece en la enseñanza tiene al Padre y al Hijo” (2 Juan 9). La Escritura claramente reconoce al Padre y al Hijo, pero no dice que “ambos” sean “un Dios”.
La Biblia siempre retrata a Dios y a Cristo como dos seres separados. Los ejemplos son demasiados como para mencionarlos todos, pero algunos son: cuando Esteban los vio antes de morir, él vio “…al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios” (Hechos 7:56); las epístolas a la Iglesia fueron compuestas por ambos: Dios y Cristo; y ambos gobernarán en la ciudad eterna de Apocalipsis capítulo 21.
La Biblia deja en claro que Jesús es un “heredero” de Dios, y coheredero con nosotros (Ro. 8:17). Si Cristo es una “persona” en la “Divinidad” y co-eterno con el Padre, no podría ser heredero, porque si fuera Dios sería absoluto dueño de todo y no habría nada que pudiera “heredar”. Sencillamente compartiría la gloria eterna. Al hacer a Cristo un coheredero con los creyentes y un heredero de Dios, la Biblia deja en claro cuánto se parece Cristo a nosotros. Nosotros heredamos del Padre, y también Cristo.
La Biblia es clara en cuanto a que Jesús es “la imagen de Dios” (Col. 1:15; 2 Co. 4:4). Si Cristo es la imagen de Dios, entonces no puede ser Dios, porque usted no puede ser una imagen de alguien y la persona real al mismo tiempo. Si usted ve una fotografía de nosotros, verá una imagen, y aprenderá mucho acerca de nosotros en esa fotografía, pero la imagen no es lo real de nosotros. Cristo es la imagen de Dios. Aprendemos mucho acerca de Dios al ver a Cristo, pero el simple hecho de que es la imagen de Dios prueba que él no es Dios.
El “único sabio Dios” recibe Su gloria por medio de Jesucristo (Ro. 16:27: “al único sabio Dios, sea la gloria para siempre por medio de Jesucristo…”). Hacer referencia a “Dios” en forma separada de Cristo y decir, al mismo tiempo, que Dios era el “único” Dios es muy claro: Jesús no es, y tampoco es parte de, el “único” Dios.
La doctrina trinitaria enseña que Dios y Cristo (y el Espíritu Santo) forman “Un Dios”, pero la Biblia enseña que son dos seres bien diferenciados.
Jesús creció en sabiduría, pero Dios es todo sabiduría (Lucas 2:52: “Jesús siguió creciendo en sabiduría”). Además, Jesús “aprendió a obedecer” (Heb. 5:8). Dios no necesita aprender.
Jesús tenía conocimiento limitado. Por ejemplo, Marcos 13:32 dice: “Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre”. [Aunque algunos textos griegos omiten “ni el Hijo”, los eruditos textuales trinitarios ahora admiten que la frase estaba presente en el texto original de Marcos. Fueron los escribas trinitarios los que intentaron quitar esta frase de la Biblia porque estaba en desacuerdo con su teología y no podían explicarla]. Aún después de su resurrección Jesús siguió recibiendo conocimiento de Dios, como lo indica Apocalipsis 1:1: “Ésta es la revelación de Jesucristo, que Dios le dio…”
La Escritura enseña que correspondía que Dios “perfeccionara” a Jesús “mediante el sufrimiento” (Heb. 2:10). Dios es, y siempre ha sido, perfecto, pero Jesús necesitó alcanzar la perfección por medio del sufrimiento.
Jesús recibió el espíritu santo en su bautismo. Si Jesús fuera Dios y el espíritu santo fuera Dios, entonces Dios habría sido ungido por Dios. ¿Qué provecho hubiera tenido esto? Sabemos por qué son ungidas las personas, pero ¿qué poder podía Dios darse a Sí Mismo? A Jesús se le dio el espíritu santo igual que a los creyentes hoy en día.
Jesús fue “tentado en todo de la misma manera que nosotros” (Heb. 4:15), sin embargo, la Biblia claramente dice que Dios no puede ser tentado: “Porque Dios no puede ser tentado por el mal” (Stg. 1:13).
En tiempos de debilidad o dificultad, los ángeles ministraron y fortalecieron a Jesús. Lucas 22:43 dice: “se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo [en el jardín de Getsemaní]”. Los hombres necesitan ser fortalecidos, Dios no (comp. Mateo 4:11, Marcos 1:13).
La Escritura enseña que Jesús murió. Dios no puede morir. Romanos 1:23 y otros versículos dicen que Dios es inmortal. Inmortal significa “no sujeto a muerte”. Este término se aplica a Dios solamente.
Hebreos 4:15 dice que cuando Jesús estaba en la Tierra, él era “de la misma manera que nosotros”. Ninguno de nosotros tendríamos los sentimientos, las dudas, los miedos, etc., que tenemos si fuéramos Dios. Decir que Dios siente como yo es poner a Dios en ridículo. Jesús fue el Mesías esperado de Dios, el postrer Adán, “un hombre acreditado por Dios,” como dice Hechos 2:22.
Hebreos 2:10 y 11 dice que Jesús no se avergüenza de llamarnos “hermanos”, porque tenemos el mismo Padre que él. La Biblia enseña que somos “hermanos” de Jesús e “hijos de Dios”. La Biblia nunca dice, y ni siquiera insinúa, que somos “hermanos de Dios”.
A nosotros se nos ha encargado hacer “mayores obras” que Jesús. Esto sería absurdo si Cristo fuera Dios, porque entonces nosotros, como discípulos, estaríamos comisionados a hacer mayores obras que Dios. Juan 14:12 dice: “el que cree en mí [Jesús] las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores”.
Dios es Dios debido a ciertos atributos que Él tiene. Si Jesucristo fuera Dios, tendría que tener los atributos de Dios. La mayoría de los teólogos concuerdan en que estos atributos son: sin origen, auto existente, inmortal, inmodificable, omnisciente, todo sabiduría, todo bondad, todopoderoso y omnipresente. Pero Jesús negó poseer cada una de estas cosas:
No era sin origen: Cristo fue engendrado por Dios: “Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo” (Juan 5:26).
No era auto existente: “ yo vivo por el Padre” (Juan 6:57) NVI. [“…yo vivo a causa del Padre” – Traducción del Nuevo Mundo de las Santas
Escrituras]. [“…yo vivo mediante el Padre” – Interlineal Griego-Español de F.Lacueva].
No era inmortal: Jesús murió y Dios lo resucitó (ver el #44 arriba).
No era inmodificable: Creció y aprendió, y murió y resucitó con un cuerpo nuevo y diferente.
No era omnisciente: Había cosas que él no conocía (ver el #39 arriba).
No era todo sabiduría: Jesús “creció en sabiduría” (ver #38 arriba).
No era todo bondad: Él dijo que el único bueno era Dios (ver #20 arriba).
No era todopoderoso: Mientras que “para Dios no hay nada imposible” (Lucas 1:37), Cristo dijo “el hijo no puede hacer nada por su propia cuenta” (Juan 5:19).
No era omnipresente: Después de que Lázaro murió, Jesús dijo a sus discípulos: “me alegro de no haber estado allí” (Juan 11:15).
Los atributos de Dios son los que lo hacen Dios, así como hay ciertos atributos que hacen que un hombre sea lo que es. Hay un dicho popular que dice: “Si camina como un pato y grazna como un pato, entonces es un pato”. Es su comportamiento lo que lo hace pato. Esto podría fácilmente aplicarse aquí. Dios “se comporta” como Dios. Jesús “se comporta” como un hombre, y la Escritura dice muy claramente que él es un hombre. Nosotros aseguramos que la Biblia es clara en su enseñanza acerca de quién es Dios y quién es Cristo y pedimos a los cristianos que consideren detenidamente qué es lo que creen y por qué.
También pensamos que creer que Jesús es Dios, que el “Espíritu Santo” es Dios y que el Padre es Dios en verdad degrada al Único Dios Verdadero.
Hacer a Dios uno de tres “personas” co-iguales lo quitan de su posición de Único Dios Verdadero, Creador del Universo, Autor del plan de salvación, Padre de Jesucristo, y nuestro único Dios.
Además de robar a Dios de Su posición exaltada como Dios supremo, el creer que Jesús es Dios también lo denigra a Jesús. Uno no puede valorar cuán grande realmente fue Jesús hasta que no haga el intento de vivir como él lo hizo, aunque sea por un día. Su coraje, tenacidad mental, amor y enorme fe no tienen paralelo en la historia de la humanidad. Su verdadera grandeza se pierde si usted cree que él es Dios, porque “para Dios todas las cosas son posibles”. Creer que Jesús es Dios también denigra a Dios, porque Jesús mismo dijo “Mi padre es mayor que yo”.
Creer que Cristo es Dios también significa que Cristo no podría haber pecado (lo cual tendría sentido, siendo que “Dios” no puede pecar). Sin embargo, Cristo tenía la capacidad para pecar, porque la Escritura dice que fue “tentado en todo de la misma manera que nosotros”. Cristo pasó por la vida del mismo modo que lo hace todo ser humano, con dudas, temores y preocupaciones, y con la posibilidad de pecar. Creer que Jesús no podía pecar hace que sea imposible que nos identifiquemos con él.
Al reinstaurar al Padre a Su única y singular posición de Dios, Le damos a Él toda la adoración, el crédito, el respeto y la admiración que se merece como el Único Dios Verdadero. Al reinstaurar a Cristo a su posición como un hombre acreditado por Dios, el Hijo unigénito del Padre, el postrer Adán, aquél que pudo haber pecado pero que voluntariamente se mantuvo obediente, aquél que pudo haber desistido pero nos amó tanto que nunca se rindió, aquel a quien Dios exaltó hasta lo sumo para ser nuestro Señor, le damos a Jesucristo toda la adoración, el crédito, el respeto y la admiración que se merece, y podemos obtener gran fuerza y determinación a partir de su ejemplo.